FINES QUE PERSIGUE

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Hace 25 siglos, Aristóteles inauguró el ingente camino del estudio económico y de la búsqueda del éxito en la dirección de las empresas. Explicaba El Estagirita en su Ética a Nicómaco que la gobernanza debería fundamentarse en la base humana de una persona virtuosa, es decir, alguien que domine tanto las virtudes intelectuales (ciencia, sabiduría, intuición, prudencia y arte), como las morales (justicia, fortaleza, prudencia y templanza).

En otra de sus obras, La Política, encontraba la clave de la economía en el trabajo directivo, centrando de nuevo su visión en la vida virtuosa, es decir, la disposición y los hábitos que conducen a la persona y a las organizaciones hacia la búsqueda de lo bueno.

En nuestra época tanto la Psicología Positiva de Martin Seligman como la Inteligencia Emocional de Peter Salovey y John Mayer o la Antropología filosófica del último siglo, vuelven sus ojos a las inveteradas enseñanzas del filósofo, y en una sana emulación, nos muestran que el único modo de realización personal y éxito empresarial consiste en una vida íntegra, tanto en nivel del ser como en el del hacer, tanto en la teoría como en la práctica y en la técnica.

La dirección debe tener en cuenta en primer lugar que lo que se gobierna son ante todo personas. Por tanto, el dirigir supone formarse en las capacidades necesarias para comunicar, coordinar, motivar, orquestar, mediar, escuchar, conciliar, encauzar ideas y decidir con prudencia y firmeza.

El directivo debe contar con una serie de conocimientos teóricos, pero también con las técnicas adecuadas y, sobre todo, con una base humana personal que le proporcionen la solidez y el carácter necesarios para que las personas a las que gobierna orienten la conducta hacia la realización de su deber.

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La actividad del buen gobierno empresarial es eminentemente práctica. La formación de directivos, por ende, no puede reducirse a unos conocimientos teóricos, sino que debe orientarse a un hacer más y mejores cosas. Una empresa es ante todo el conjunto de las personas que la componen, con sus actitudes, formación y cualidades. Todo ello supone un micromundo muy superior al conjunto de estructuras, procesos y sistemas con los que solemos identificar a la empresa.

Para nosotros, como Círculo Asesor Empresarial, el directivo es ante todo una persona que gobierna a otras personas y por lo tanto debe buscar que sus acciones cumplan con la finalidad propia de la naturaleza humana.

Esta finalidad no es otra que el desarrollo pleno de las capacidades humanas, tanto de las personales como de las sus gobernados.

En el Círculo Asesor Empresarial somos conscientes de que cada acto y cada pensamiento al que cada ser humano da cabida en su interior, deja una huella indeleble para bien o para mal, tanto para sí mismo como para las personas que de alguna manera están a su cargo. Si el directivo es capaz de orientar su ser hacia un actuar íntegro, todo será más fácil en las relaciones consigo mismo y con los gobernados. De esa manera, la empresa fluirá hacia el éxito de manera natural.

No podemos olvidar, por último, que la experiencia es la mayor fuente de formación para un directivo. Por ello, la formación que ofrecemos contará como ingrediente indispensable con la aportación de empresarios de gran éxito profesional que acompañarán a los asociados a través de charlas, testimonios y talleres, pero sobre todo con su cercanía personal para responder a todas las inquietudes y dificultades que surjan a lo largo del aprendizaje.